viernes, 16 de septiembre de 2011

FEMINICIDIO EN LA NOTA ROJA: ANALISIS DISCURSIVO CON PERSPECTIVA DE GÉNERO






“Para que la conducta violenta sea posible tiene que darse una condición: la existencia de un cierto desequilibrio de poder… ”


El Feminicidio constituye la forma más extremada violencia contra las mujeres, que cancela sus vidas como resultado de la inequidad de género, la misoginia y la falta de justicia. No todo asesinato de mujer es un feminicidio. Éste es cometido por razones de género, traducidos en actos violentos a los cuerpos de las víctimas. En el Perú, muchas veces, los medios de comunicación han sido la principal fuente de datos sobre el feminicidio. No obstante, aunque se han preocupado por abordar la temática desde una perspectiva social, aún persiste la constante presentación de los asesinatos de las mujeres como simples sucesos, colocándose frecuentemente criterios que identifican estas muertes como crímenes pasionales o como hechos de los cuales las víctimas son culpables.

La violencia de género es feminicidio (asesinato de una mujer por un hombre afincado en machismo, sexismo, misoginia), pero tiene también muchas otras caras igualmente terribles. La violencia de género es ejercida por hombres que se consideran en situación de superioridad y con derecho de propiedad sobre las mujeres, de modo que, la violencia de género es un ejercicio de poder. Es sobre esta situación de poder y control sobre las mujeres, sobre la que la sociedad ha construido la masculinidad, la razón principal del problema; lo que nos permite explicarnos por qué un determinado hombre agrede a una determinada mujer, por qué los hombres utilizan la fuerza física y estrategias de poder y de control con sus parejas. Los hombres agresores no entienden las relaciones entre unos y otras como relaciones de seres humanos y que las mujeres tienen iguales derechos que ellos.

El lenguaje es la herramienta que por excelencia construye realidades. El empleo de tal o cual palabra en tal o cual contexto representa, ni más ni menos, que un posicionamiento, una forma particular de percibir determinada porción de esa realidad. Y ese uso del lenguaje no suele ser casual. Tiene en sí mismo una carga ideológica, una defnición, una perspectiva que transmite una manera de leer situaciones. Con el lenguaje se manipula, se convence, se habla y se comunica. Se crean lógicas y mecanismos de funcionamiento; se construyen y transmiten argumentos, sustentos, ideas y estereotipos. En sí, se confeccionan posturas.

El sustantivo hombre posee un doble valor en español, según se use como genérico (con el significado de 'persona'), 0 como especifico (con el de 'varón'). Pero no siempre resulta fácil interpretar el sentido exacto y, cada vez con más frecuencia, surge la confusión. Por ello, lo recomendable es utilizar el término hombre para referirse solo al sexo masculino y utilizar otras posibilidades más claras como persona, ser humano, etc. cuando se pretenda englobar a los dos sexos.

Así mismo el uso de estereotipos se ha convertido en un instrumento de comunicación poderoso, especialmente como transmisor ideológico. El estereotipo sexista, es tremendamente dañino, puesto que parte de una relación desigual de poder entre hombres y mujeres, y su uso abunda y perpetúa el desequilibrio entre unos y otras.
El uso de estereotipos hace que habitualmente, las mujeres que aparecen en los medios de comunicación respondan a los ideales masculinos: belleza – fundamentalmente– y riqueza (modelos, mises, actrices, princesas). Los medios de comunicación perpetuán dichos estereotipos y consolidan desde los primeros años de vida la imagen distorsionada de que los hombres son superiores a las mujeres.

En los medios de comunicación, se presenta a la mujer mayoritariamente como madres, esposas y consumidoras, es decir, en su relación con los varones o en las tareas tradicionalmente asignadas al ama de casa. A las que los medios de comunicación presentan como “triunfadoras”, son las que por su actividad o actitud se acercan a los comportamientos masculinos, todo ello en refererencia con el lenguaje utilizado en la sociedad.

Este problema que ataca a la mujer y la hace ver ante la sociedad como dependiente del hombre y de menor nivel (inferioridad) también ocurre con mucha frecuencia cuando un texto está escrito, leído o recitado por un hombre, este suele olvidar que las mujeres son también receptoras de su mensaje. Surgiendo así discursos que están construidos de un modo androcentrico. Los medios de comunicación deben tener presente que el público al que se dirigen está constituido por los dos sexos y que, por tanto, deben tener en cuenta a ambos, sin discriminar ni ocultar a ninguno de ellos.

Un rasgo sexista que se advierte con frecuencia en los medios de comunicación es la disimetría a la hora de tratar al sexo femenino con respecto al masculino, con frecuencia al hombre se le nombra solo por el apellido, mientras que en el caso de la mujer esto rara vez ocurre, siendo usual que su apellido aparezca precedido del nombre de, también cuándo los hombres son nombrados por su condición, profesión, estatus social, nacionalidad, etc., mientras que de las mujeres solo se resalta su condición sexuada y por ultimo cuando se expresa a los dos sexos, se presenta en primer lugar el masculino, consolidando asi la idea de que un sexo es prioritario con respecto at otro.


Un ejercicio periodístico responsable puede centrar su atención en los feminicidios y dar cuenta de su dimensión política y simbólica. Se trata de colocar en palabras una realidad que cotidianamente afecta a cientos de mujeres en el mundo. Quien desee hacer un periodismo no sexista necesita entrar en un nuevo contacto con las palabras, un contacto analítico y cuidadoso que busque nombrar la realidad sin discriminar a las mujeres ni reforzar los estereotipos sexuales.

Quien desee hacer un periodismo no sexista necesita entrar en un nuevo contacto con las palabras, un contacto analítico y cuidadoso que busque nombrar la realidad sin discriminar a las mujeres ni reforzar los estereotipos sexuales, lo que debe evitar es relatar lo sucedido sin justificar o buscar razones de lo ocurrido (alcohol, drogas, discusiones, celos), ni relacionadas a la vida privada o las circunstancias de la víctima. , guardar especial cuidado con las fotos e imágenes que acompañan las notas, puesto que, no siempre es conveniente identificar el rostro o el cuerpo de la víctima. Protegiendo su imagen contribuimos en proteger su derecho humano a la intimidad. Dejar en claro quién es el agresor y quién es la víctima, y señalar cuáles pueden serlas actitudes y situaciones que ponen en riesgo a la mujer en una relación violenta.

Desde los medios de comunicación se puede apoyar el trabajo de las instituciones encargadas de ella. Por ejemplo, incluyendo en la noticia un teléfono gratuito de ayuda; manteniendo el tema en agenda, y denunciándola violencia en todas sus expresiones: psicológica, sexual, económica y emocional.

Es claro que buscar alternativas y soluciones a este tipo de violencia no es fácil, pero “hay que hacer un esfuerzo por explorar salidas” Los medios en muchas ocasiones están “presionados” por las audiencias, la falta de tiempo y otros muchos factores. Se centran sobre todo en lo que hacen las instituciones, los gobiernos, etc. “Sin embargo, es importante que los y las periodistas se decidan a bajar y ver cómo las mujeres se organizan en el día a día y, ante la ausencia de respuestas institucionales, construyen sus propias respuestas”.


1 comentario:

  1. Guty,
    Tus textos están bien.
    Tus audios pueden mejor editarse, y algunos están mal alojados.

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